GABRIEL GONZALEZ PEREYRA SACERDOTE Y GUERRILLERO


PADRE GABRIEL GONZALEZ PEREYRA
Padre presidente de las Misiones de Baja California ministro de la misión de Todos Santos

SACERDOTE, CAUDILLO, GUERRILLERO
Fundador del apellido Villarino en
Baja California Sur
En una tarjeta entremetida en la esquina inferior del marco de la fotografía arriba expuesta; el profesor, narrador oficial y escritor Néstor Agúndez, oriundo de Todos Santos, escribió: Padre Gabriel González, destacado defensor de las causas buenas que beneficiaron al pueblo.

Gabriel González, participó en las batallas contra el General del Ejercito Porfirista José Guillermo Carbó, en Pichilingue, al este de ciudad de La Paz, Baja California Sur, en 1860.
Gabriel González Pereyra, nació en 1798 en Villa Hermosillo, España. Egresado del Seminario Conciliar de Madrid en 1824. Sacerdote Dominico, ganadero, guerrillero y comerciante. Párroco de las misiones de San Antonio 1827-35, San José del Cabo 1843, 1849, de Todos Santos 1835-42, 1850-53 y La Paz 1849-50, 1853-60. Tomó de nuevo la titularidad de la Misión de Todos Santos de 1861 al 64.
Misión de Todos Santos año de 1867

Encabezó los movimientos de defensa contra la intervención norteamericana en 1847-48, participó en las batallas contra el Gral. Carbó en Pichilingue en 1860 al lado del Gral. Márquez de León al que después combatió con un batallón formado de fanáticos religiosos.
Se unió en matrimonio con una nativa sin abandonar el sacerdocio y procreó una numerosa familia a la que impuso el apellido Villarino. Murió a la edad de 70 años, en Todos Santos el 2 de Junio de 1868, fue inhumado en el altar de la misión.

Referencias de escritores, novelistas, 
militares y periodistas. 

C.M. Mayo

La escritora, poeta y traductora C.M. Mayo nació en El Paso, Texas, en 1961. Estudió licenciatura y maestría en Economía en la Universidad de Chicago. C.M. Mayo es autora de la novela The Last Prince of the Mexican Empire (2009) En su libro "Como gente que apareciera en sueño: viajes en Baja California describe al sacerdote Gabriel González, en los siguientes términos:
Aunque miraba hacia arriba, su expresión no tenía nada de inocente o espiritual. Un joven sacerdote de rostro pálido y ojos azules tan profundamente ensombrecidos que parecían delineados con kohl. (el kohl es un cosmético a base de hollín y otros ingredientes, usado principalmente por las mujeres de Oriente Medio, Norte de África, África subsahariana y Sur de Asia) Lo anterior fue citado de su libro de memorias deliciosamente viva de su tiempo en los alrededores de La Paz y Todos Santos en mi propia memoria, Air Milagrosa: viaje de mil millas a través de Baja California, el Otro México.
Enrique Krauze 

  • Para 1843, el padre González se había instituido como caudillo de Baja California. Como lo indica el historiador Enrique Krauze en el título de su libro,  Siglo de caudillos: Biografía Política de México (1810-1910) (1994), Tusquets. Ocampo, deportó a todos los obispos del país, con dos excepciones: el anciano vicario de Baja California (un desierto) y el obispo de Yucatán (una isla histórica y geográfica de México). El joven Altamirano protestó: «debería ahorcarlos». 

Aidé Grijalva

Un caudillo en controversia: El Padre Gabriel Gonzalez


La historiografía bajacaliforniana está en deuda con el grupo de misioneros dominicos que en el año de 1773 llegaron a la península de Baja California a hacerse cargo del sistema misional en el territorio.

La Baja California de la primera mitad del siglo XIX estuvo constantemente sacudida por asonadas y pronunciamientos; en algunos casos simples rebeliones de los soldados de las compañías presidiales en demanda del pago de su haberes. En otros, de colonos y vecinos de las rancherías que protestaban en contra del gobierno por alguna disposición ajena a los intereses locales o por el nombramiento de algún jefe político; en otros más, meras escaramuzas producto de luchas intestinas por el control del poder político o económico, o defensas contra los ataques de las tripulaciones de barcos extranjeros que arrasaban con los escasos víveres de los poblados; pero más que nada, el pleito por el control de las tierras acaparadas por los misioneros que, una y otra vez, esquivaban los intentos gubernamentales de secularización y mantenían su hegemonía sobre las mejores tierras de la región. En medio de todo este panorama resalta la figura del padre Gabriel González, a quien Gerhard considera la figura dominante en la historia de la Baja California durante las tercera y cuarta década del siglo XIX' punto de vista con el que coincidimos totalmente.

Sorprende encontrar a los pocos años de la llegada del padre González a la Baja California abundantes denuncias en su contra. Ya para fines de 1829, Manuel Victoria, uno de los efímeros jefes militares de la Baja California y posterior jefe político en la Alta California, solicitaba con apasionados argumentos la expulsión del misionero de Todos Santos a quien describía como "de la conducta moral más escandalosa y corrompida, usurero y perverso y el azote más cruel e inhumano que pudiera imaginarse para los infelices indios"
Si deseas leer mas sobre este libro, de click en esto. Un caudillo en controversia: El Padre Gabriel Gonzalez

Edward Gould Buffum Gould (1820-1867)
Nació en Rhode Island a Arnold Buffum, un conocido filántropo y en Nueva Inglaterra . Su carrera periodística comenzó con su trabajo para el "New York Herald". Sin embargo, cuando la guerra mexicano-americana se inició en 1846, Buffum se vio obligado a abandonar su puesto y trasladarse a California con su regimiento. E. Gould Buffum se traslado a Baja California (Baja California Sur) como un oficial del Ejército de EE.UU. durante la Guerra México-Estados Unidos.
Cuando Gould Buffum, conoció al padre González en 1848, de quien dijo: Es un viejo sacerdote llamado Gabriel, quien cuando estuve allá, era Padre Presidente de Baja California, en abierta violación de sus votos de castidad, vivía en relación familiar, y había sido el medio para traer al mundo no menos de once niños.
Uno de éstos llevaba su nombre, siempre viajaba con él, y estudiaba para ser sacerdote.... Gabriel era un jugador empedernido, y a menudo se divertía en sus salidas parroquiales jugando monte con cualquiera de sus feligreses que se atrevían a apostar en su contra, aunque le resultaba difícil hacer un juego, porque, como decían, “el padre sabe mucho”.......
Si deseas leerlo (en ingles) 
de click en esto
Él era uno de los espíritus principales en la revolución que ocurrió después, y no dudo que vino a La Paz, en el tiempo del que he hablado, para conocer nuestras fuerzas y probabilidades. “Six months in the gold mines: from a journal of three years’ residence in Upper and Lower California. 1847-8-9”. E. Gould Buffum. Philadelphia, 1850.
 
E. Gould Buffum Refiere en su libro Six months in the gold mines: from a journal of three years’ residence in Upper and Lower California. 1847-8-9, de Gabriel González Pereyra, dijo: "Audaz, astuto e inteligente", escribió el subteniente norteamericano Henry Halleck sobre el padre Gabriel González, nacido en España y director de la última misión dominica en Baja California. Y, agregó, "carente por igual de principios y de honor".
"Nunca ha habido gente más amable y hospitalaria", informó el teniente voluntario neoyorquino E. Gould Buffum en sus memorias. "Sus casas con techo de paja siempre están abiertas a los visitantes, y a cualquiera que quiera entrar le ofrecen un vaso de vino y un puro enrollado en papel."Se permitía a los oficiales rentar cuartos en el pueblo; Buffum encontró uno en la casa de un comerciante portugués donde vivió los siguientes meses "al estilo de la abundancia occidental", durmiendo en una hamaca cubierta con "un pabellón de seda", atiborrándose de bisteces de tortuga (caguama), mejillones y almejas, "higos maduros y frescos", racimos de uvas y pitahayas, "la fruta más deliciosa que he comido".
Junto con los otros oficiales norteamericanos, Buffum hacía "pequeñas excursiones a la amplia y plácida bahía" y tomaba clases de español con "una hermosa criatura". "Nuestros deberes militares eran tan triviales que nunca interfirieron con este agradable modo de vivir, particularmente debido a que nuestro comandante no era muy estricto con su cumplimiento, y la diana rara vez perturbaba mi dormitar matutino."
A la mitad de este idilio, el padre González llegó de Todos Santos. Como presidente de las misiones, conservaba una casa en La Paz, a la que invitaba a los oficiales norteamericanos, entre ellos el teniente Buffum: Poco después de entrar, cuando ya había sacado una botella de buen vino, discretamente sacó de un bolsillo de la sotana una baraja de monte y nos preguntó si nos parecía echarnos una partidita. Por cortesía, le dijimos que estábamos de acuerdo, y el padre comenzó a repartir y nosotros a apostar.

Ya cuando nos estábamos divirtiendo, más o menos media hora después, durante la cual el padre nos había ganado unos cuantos dólares, la campana de la iglesia sonó. El padre bajó sus cartas y dijo con perfecta indiferencia: "Dispensadme, señores, tengo que bautizar a un niño." Nos invitó a pasar a la iglesia con él y, cuando llegamos, encontramos a una mujer con un niño que esperaba ansiosa en la entrada. Sin embargo, cuando el padre estaba listo para comenzar las operaciones, se descubrió que no había nadie presente que fungiera como compadre. Gabriel me invitó a desempeñar este papel. Le dije que no era católico. "No le hace", fue su respuesta, así que yo me paré junto a la pila bautismal mientras el padre rociaba al muchacho y musitaba algo en latín, tras lo cual, dirigiéndose a mis compañeros y a mí, nos dijo: "Ahora, señores, vamos a jugar otra vez." Y así, regresamos a la casa y reiniciamos el juego.
Acota: Él era uno de los espíritus principales en la revolución que ocurrió después, y no dudo que vino a La Paz, en el tiempo del que he hablado, para conocer nuestras fuerzas y probabilidades. “Six months in the gold mines: from a journal of three years’ residence in Upper and Lower California. 1847-8-9”. E. Gould Buffum. Philadelphia, 1850
Henry Halleck

La guerra entre México y Estados Unidos de Norteamérica en Baja California Sur; reseña del capitán Henry W. Halleck en cuanto a sus expediciones en 1846-1848


Henry Halleck 

Durante todo ese tiempo, el padre González le pasaba información a las fuerzas mexicanas que habían llegado a la península por el norte. Al mes siguiente, un contingente de infantes de marina montados tomó posesión de las instalaciones de su misión en Todos Santos. Pronto apareció el propio sacerdote, tan amigable como siempre, de acuerdo con el informe del teniente Henry Halleck.
 
Y nos aseguró que verdaderamente lamentaba el desorden que había ocurrido, y que utilizaría toda su influencia para ponerle un alto… Toda la gente respetable del país opinaba lo mismo que él respecto a este asunto, consciente de que era mucho mejor esperar tranquilamente las negociaciones de Estados Unidos y México respecto a su destino, ya que algunos estaban en favor de seguir siendo una colonia de México, mientras que otros preferían ser anexados a Estados Unidos, aunque todos estaban totalmente convencidos de que nada de lo que hicieran influiría un ápice en el resultado de esas negociaciones, e iniciar ahora una revolución en el país sólo llevaría a la ruina y al desastre.

No obstante, el padre González ya había avisado de la llegada de los yanquis a la Guerrilla Guadalupana. Al día siguiente, desafiando las órdenes de Halleck, vendió ron a varios de los infantes de marina. Cuando estuvieron listos para partir, media docena de ellos estaban tan borrachos que apenas podían sostenerse sobre su caballo. Uno de los hijos del padre González les había robado la piedra de sus pistolas. "Al principio lo negó rotundamente", informó Halleck con incredulidad, "pero las piedras fueron halladas en su bolsillo".
Una semana después, los mexicanos atacaron La Paz y, la semana siguiente, San José del Cabo. Sufrieron muchas bajas, entre ellas el teniente José Antonio Mijares, quién recibió un tiro en San José del Cabo.

Hicieron un segundo intento por tomar La Paz pero, debido a la escasez de municiones, la Guerrilla Guadalupana se vio obligada a retirarse a la sierra.
Poco después llegaron voluntarios adicionales de Nueva York para acabar con el último vestigio de resistencia en la región de Los Cabos. El padre González fue hecho prisionero en la última, breve batalla de Todos Santos. (Norteamericanos: un hombre y un caballo con heridas leves; mexicanos: ocho heridos, diez muertos.) El teniente Halleck posteriormente entregó al padre González —quien se había puesto, en palabras del comandante del buque, "una borrachera regia"— a las autoridades americanas en Mazatlán.

Tal vez el padre González no fue sincero cuando le dijo a Halleck que "nada de lo que hicieran tendría la más mínima influencia en el resultado de las negociaciones". Pero tenía razón. Lo que ninguno de los dos sabía era que el Tratado de Guadalupe Hidalgo ya se había firmado, aunque aún faltaba ratificarlo.

En el tratado, Santa Anna confirmaba el derecho de Estados Unidos a Texas (anexada en 1845) y cedía los extensos territorios de Nuevo México y la Alta California —actualmente los estados de California, Nevada, Utah, Colorado, Wyoming y partes de Arizona y Nuevo México. A cambio, el ejército norteamericano se retiraría del territorio ocupado —en esencia, todo México— y el gobierno de Estados Unidos se encargaría de las reclamaciones y haría pagos en efectivo equivalentes a 18 millones de dólares aproximadamente.

¿Qué sucedió con Baja California? Menos de dos meses antes de que se firmara el tratado, el presidente Polk había prometido al Congreso que las Californias —Alta y Baja— "nunca serían entregadas". Eso mismo había dicho a los comandantes del ejército y la armada de Estados Unidos. Cuando izaron su bandera en San José del Cabo, Cabo San Lucas, La Paz y Todos Santos, nunca esperaron tener que bajarla.

Henry Halleck murió en su puesto en Louisville. Está enterrado en Green-Wood Cemetery , Brooklyn, Nueva York , y es recordado por una calle que lleva su nombre en San Francisco y una estatua en el parque Golden Gate .

No dejó memorias para la posteridad y al parecer destruyó su correspondencia privada y los memorandos. Sus bienes a su muerte mostró un valor neto de $ 474 mil 773.16 dólares americanos. Su viuda, Isabel, se casó con el coronel George Washington Cullum en 1875. Cullum había servido como jefe de personal de Halleck en el teatro occidental y luego a su personal en Washington.
Huerta en la hacienda de San Jacinto
cerca al sur de Todos Santos, Baja California Sur
creada por el sacerdote Gabriel González Pereyra
Pablo L. Martínez


Menciona que el sacerdote Gabriel González, participó en las batallas contra el General del Ejercito Porfirista José Guillermo Carbó, en Pichilingue en 1860 al lado del General Márquez de León al que después combatió con un batallón formado de fanáticos religiosos.
Un personaje por demás interesante en la historia regional es el sacerdote Gabriel González. De origen español, nacido en la Villa de Hermosillo, Provincia de Ávila, vino a la península en 1825 y a los pocos años empezó a tener familia en Todos Santos. La madre de sus vástagos se llamó Dionisia Villalobos Albáñez. Al principio puso a sus hijos el apellido de la madre y luego los denominó Villarino. Sus retoños fueron: Salvados Gregorio, Atanasio, jesús, Pedro, Gabriel, Guadalupe; Dolores, Joaquín y Tomasa. Se dice que el padre Gabriel González es importante en la historia regional, porque durante la guerra con Estados Unidos desarrolló una acción de mucho efecto, pues junto con otros bajacalifornianos patriotas evitó que la península pasara al dominio de una potencia extranjera. Los padres del sacerdote Gabriel González fueron Simón González y Juana Pereyra. Murió en Todos Santos en 1868, a la edad de 70 años.
Con respecto al padre González, regresó a Todos Santos. Las misiones, al fin, fueron secularizadas. Conservó su rancho San Jacinto, pues lo había puesto a nombre de su familia. Murió a los 70 años de edad, en 1868, dos décadas después de que los buques de guerra norteamericanos levaran anclas.